martes, 4 de marzo de 2014

¿que se hace?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en particular fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.


Gonzalo Rojas. Contra la muerte, 1964.


Tu. Eso eres tu. La única, el paraíso en la tierra, con tus honduras, rosas y volcanes. Reflejo de Dios, si es que existe. Yo no quiero trescientas, no las quiero a todas, te quiero solo a ti, que eres trescientas en una sola.

Eres amiga y amante
Eres madre 
Eres la alegría del dia y la quietud de la noche
Eres compañía, pero tambien libertad
Eres presente y futuro
Eres tranquilidad y locura
Eres trabajo y recompensa
Eres la mujer
Eres todo. Eso eres.

¿que se hace cuando sólo una es todo? ¿que se hace? ¿que se hace, entonces?

Se entrega la piel, las visceras y los huesos. Se entrega todo. Todo. Se amalgama el cuerpo, la sangre y el alma, y se da, en una caja, solo para ti. Es todo para ti. Agua y fuego, luz y sombra, sol y oscuridad. Todo el aire, todo el tiempo. Es todo tuyo, todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que puedo ser, es para ti. Siempre listo, siempre disponible.

Eso se hace. Eso se hará. Por siempre.