lunes, 5 de enero de 2015

El mar

Eres como el mar.

Conocerte fue esa parálisis que da con la espuma fria de la corriente que llega de repente y que poco a poco se va disfrutando hasta no querer abandonarla jamás y que obliga a volver a ella hasta el último de los días.

Estar contigo es como sentir ese aire humedo y fresco que viene en ráfagas. Contigo no hay agobio, no hay sofoco posible, todo es limpio y fresco. Es flotar de espaldas con el sol en la cara y el agua fresca debajo, entregado con total confianza.

Seguir tu respiración al dormir es como oir el ritmo de las olas rompiendo una detrás de otra. No hay mejor cura de sueño que verte dormir y sentir de cerca el aire tibio que sale de tu nariz y rozar tu piel blanca y suave y que, de vez en cuando, abras tus ojos entre sueños y me des esa mirada de tranquilidad, de seguridad.

Darte la mano es tocar la arena tibia con los pies, es sentirse en casa sin importar donde esté.

Tu abrazo es la playa donde me quiero tender para siempre. Los dos, frente a frente, mirandonos a los ojos como si fueran el horizonte en la puesta de sol.

Eso eres tu, eres el mar. Mi mar.