lunes, 5 de enero de 2015

El mar

Eres como el mar.

Conocerte fue esa parálisis que da con la espuma fria de la corriente que llega de repente y que poco a poco se va disfrutando hasta no querer abandonarla jamás y que obliga a volver a ella hasta el último de los días.

Estar contigo es como sentir ese aire humedo y fresco que viene en ráfagas. Contigo no hay agobio, no hay sofoco posible, todo es limpio y fresco. Es flotar de espaldas con el sol en la cara y el agua fresca debajo, entregado con total confianza.

Seguir tu respiración al dormir es como oir el ritmo de las olas rompiendo una detrás de otra. No hay mejor cura de sueño que verte dormir y sentir de cerca el aire tibio que sale de tu nariz y rozar tu piel blanca y suave y que, de vez en cuando, abras tus ojos entre sueños y me des esa mirada de tranquilidad, de seguridad.

Darte la mano es tocar la arena tibia con los pies, es sentirse en casa sin importar donde esté.

Tu abrazo es la playa donde me quiero tender para siempre. Los dos, frente a frente, mirandonos a los ojos como si fueran el horizonte en la puesta de sol.

Eso eres tu, eres el mar. Mi mar. 








jueves, 31 de julio de 2014

Sin palabras

No tengo palabras. No hay palabras. No existe diccionario que las contenga, enciclopedia que las explique, ni idioma en el que pueda decirlas.

¿Quién puede explicar, sin vivirlo, esas ansias incontrolables de tenerte? ¿Alguien se atreve a definir la emoción, el sube y baja del pulso, el ejercito de mariposas volando del estomago a la garganta, ida y vuelta, sin parar, cada vez que entrabas por la puerta y te veía después de no haber estado contigo en un par de días?

¿Cómo describo lo que sentí el día en que, mientras decías que no, inclinabas la cabeza hacía un lado y entre lagrimas me recibías? ¿Quien puede llenar con palabras el vacío que generó tu ausencia en los días siguientes?

¿Existe un idioma que exprese el tobogán en el que me lancé para caer en tu vida?  ¿existe música, poesía o cualquier arte que de la satisfacción de haberte convencido? No. No existe.

Si hubiera un Dios, o un genio con una lámpara o un todopoderoso, a quien pudiera pedirle algo, con la seguridad de que será cumplido, te pediría a ti.
Pediría verte entrar a cualquier lugar mientras te espero y sentir como todo se transforma en ti.
Pediría sentir tus manos en mi cara.
Pediría poder verte a los ojos de cerca.
Pediría olerte.
Pediría oirte reir a carcajadas.
Pediría oirte dar las gracias.
Pediría oirte gemir despacio, reprimiéndolo.
Pediría ver como te quedas dormida.
Pediría abrir los ojos en la mañana y verte ahí, como cada día.
Pediría verte caminar, alejándote de mi, con la certeza que vas a volver.
Pediría tu felicidad.


Todo lo que le pediría ya lo tengo.


martes, 4 de marzo de 2014

¿que se hace?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en particular fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.


Gonzalo Rojas. Contra la muerte, 1964.


Tu. Eso eres tu. La única, el paraíso en la tierra, con tus honduras, rosas y volcanes. Reflejo de Dios, si es que existe. Yo no quiero trescientas, no las quiero a todas, te quiero solo a ti, que eres trescientas en una sola.

Eres amiga y amante
Eres madre 
Eres la alegría del dia y la quietud de la noche
Eres compañía, pero tambien libertad
Eres presente y futuro
Eres tranquilidad y locura
Eres trabajo y recompensa
Eres la mujer
Eres todo. Eso eres.

¿que se hace cuando sólo una es todo? ¿que se hace? ¿que se hace, entonces?

Se entrega la piel, las visceras y los huesos. Se entrega todo. Todo. Se amalgama el cuerpo, la sangre y el alma, y se da, en una caja, solo para ti. Es todo para ti. Agua y fuego, luz y sombra, sol y oscuridad. Todo el aire, todo el tiempo. Es todo tuyo, todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que puedo ser, es para ti. Siempre listo, siempre disponible.

Eso se hace. Eso se hará. Por siempre.